JUANA VARELA – PROFESORA DE DANZA EN TOTART: ACADEMIA DE ARTES ESCÉNICAS
La danza forma parte de la naturaleza humana. El ser humano nace con un sentido rítmico que le permite identificar estímulos musicales desde edades muy tempranas.
Al bailar se utilizan diferentes zonas del cerebro para armonizar sonido y movimiento. No obstante, desarrollar habilidades dancísticas permite, no solamente el desarrollo cerebral, sino también otras ventajas sociales, emocionales, físicas y culturales que vale la pena estimular en diferentes etapas de la vida.
Para mí la danza ha sido mi herramienta como expresión artística, mi canal de comunicación, y he comprobado cómo además ha sido mi terapia. La vivencia de esta disciplina a nivel personal y también al compartirla en grupo ha supuesto un gran aprendizaje sobre mí misma. Por eso es importante reflexionar sobre los beneficios de la danza para el desarrollo cerebral y la inteligencia emocional.
Gracias a la danza he podido conocerme un poquito más a mí misma, además de sentir el entorno en el que vivo. A nivel emocional, bailar estimula hábitos como la disciplina, autoestima, la socialización o el manejo de la frustración, aspectos que todas las personas tenemos en común en nuestro día a día.
Por otro lado son muchos los beneficios a nivel físico como la coordinación, el equilibrio… pero lo más bonito de esta disciplina que algunos llaman deporte es que es una disciplina artística que combina cuerpo, mente y creatividad.
Son muchos los años en los que he trabajado con alumnos de todas las edades y condiciones. Bebés, niños, jóvenes, adultos o mayores personas en varias etapas vitales donde existe siempre una heterogeneidad, a su vez, dentro de los diferentes grupos. Personas con diversidad funcional, enfermedades físicas o psicológicas pueden ser algunas , pero fuera de todo esto cada individuo es único y personal.
La danza y el movimiento dibujan una forma en el espacio particular de cada persona.
Por eso la danza es rica en su globalidad y en su individualidad.